La laguna del lavajo es
un pequeño remanso de agua en las cercanías del pueblo, localizada en una
pequeña en una hondonada bajo el Cerro de los Villares, el punto más alto de
Tébar a 913 metros sobre el nivel del mar, de cuyos manantiales se alimenta.
La laguna no es muy profunda; pues, salvo en su parte central, aunque la
profundidad es muy variable según la cantidad de agua recogida. En época de
abundantes lluvias la Laguna, se puede llegar a desbordar; sin embargo, no
suele dar muchos problemas ya que existe una rambla seudonatural (es una rambla
preexistente profundizada por la mano del hombre) que conduce el agua sobrante
de la laguna y de los terrenos de labor por donde va cruzando hacía un lugar
muy interesante, el siguiente, paraje natural, los sumideros.
El pequeño remanso de
agua del Lavajo tiene una gran variedad faunística, especialmente hay una gran
cantidad de ánades de tres variedades salvajes, domésticos y mestizos; destacan
también las ranas y las carpas, e incluso cangrejos, estos últimos adaptados al
ecosistema de la laguna en épocas recientes. (Las carpas y los cangrejos no son autóctonos de la laguna sino del cercano embalse de Alarcón y del río Júcar y que algunos que más vale que se hubiesen estado en su casa en lugar de echar animales donde no deben.)
La
flora, tan importante, es también muy variada destacando los chopos blancos y
de pelusa, olmos, y sobre todo juncos, entre los que las ánades esconden sus
crías.
Junto
a la laguna hay un pequeña zona de juegos y una zona acondicionada como merendero con cuatro mesas, además de algunos
bancos para sentarse.
Antaño, existían otras dos lagunillas, más
pequeñas llamadas los Lavajillos, ambas estaban situadas muy cerca del
cementerio, entre la carretera que conduce al embalse de Alarcón y el camino de Alarcón o de la Pulgatoria;
en el lugar que hoy ocupa la Piscina Municipal de Tébar.
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