martes, 17 de febrero de 2015

TÉBAR UN PUEBLO QUE OCULTA UN GRAN PATRIMONIO 5

             El siglo XVIII es el que más información nos aporta sobre Tébar, debido al catastro del marqués de Ensenada.

En el se dice que el régimen jurídico de la villa de Tébar es el de villa de Señorío y pertenece a la Excelentísima Señora Marquesa de Villena, a la que se le pagan cada año cuatro mil quinientos reales por las alcabalas. El otro impuesto que paga la villa es el de las tercias Reales, que se comprenden en el Arcedianato de Alarcón de donde van a la Contaduría general del Obispado de Cuenca.

En cuanto a los cargos jerárquicos del ayuntamiento, se compone del alcalde ordinario por el estado noble, el alcalde ordinario por el estado general, el regidor por el estado general, el alguacil mayor, el procurador síndico general   y el escribano del ayuntamiento.

En relación con los censos impuestos sobre propiedades de la villa, y que se impusieron para eximirse de la Jurisdicción de Alarcón, están los siguientes: Cuarenta y cuatro mil reales de principal y de réditos mil trescientos veinte sobre el horno, dehesa que llaman Carrascal, casas de Ayuntamiento y cárcel a favor del Marques de Villora, Don Antonio de Zúñiga. Y es con este marqués y con otros miembros de su familia con el que la villa de Tébar está muy hipotecada y con graves problemas para poder pagar los intereses que generaba la deuda.

Capilla de Nuestra Señora del Sagrario
de la Catedral de Cuenca. 
Otro Censo es de Dos mil ducados de principal y de réditos anuales seiscientos sesenta reales sobre la dehesa que llaman de Risca a favor de la Capilla de Nuestra Señora del Sagrario de la Catedral de Cuenca. Este censo es debido al dinero que se comprometió a pagar la villa de Tébar al Señorío de Villena, para poder independizarse de la villa de Alarcón en 1635. El dinero fue prestado por la capilla del Sagrario de la Catedral de Cuenca, cuya edificación terminó en 1649. Todavía, más de cien años después, la villa de Tébar no había podido redimir ese censo. 

Todo ello unido a los pagos a la corona, hacían insostenible la precaria economía local, porque la mayor parte de la riqueza que se producía iba destinada a pagar los censos e impuestos, y para colmo parte de los propietarios no pagan al exentos

            En dicho censo también se dice que la villa tiene una población de trescientos y dos vecinos con inclusión de viudas y pobres de solemnidad, y menores contribuyentes, lo que equivale a 1208 habitantes. A ello hay que sumar el barrio de Cañada Juncosa con veinticuatro vecinos, en los que se incluyen también las viudas y menores contribuyentes, que equivale a 96 habitantes. Sumando la población de Tébar y su barrio de Cañada Juncosa, nos hace un total de trescientos veintiséis vecinos, que equivalen a 1.304 habitantes, que a mediados del siglo XVIII es un número grande si lo comparamos con los pueblos de su entorno.

            El sector agrícola es junto con el ganadero uno de los más desarrollados en las respuestas del catastro, algo lógico si tenemos en cuenta que eran los sectores productivos más importantes en Tébar en el siglo XVIII, tal como lo habían sido en los siglos anteriores y lo continuaron siendo en los siguientes.  

En la agricultura, se distingue entre terreno de regadío y de secano. Aunque del primero se dice que sólo hay en el término una huerta que se riega con una noria, en la que se producen todos los años hortalizas.

Las tierras de secano se labran y algunas producen todos los años cebada para verde y otras trigo, cebada, centeno, avena, que según sean de primera, segunda o tercera calidad, producen con el descanso de un año intermedio, de tres o de siete años. También hay tierras plantadas de olivas, viñas, membrillares y de azafrán.

En relación con la caballería, los vecinos de Tébar y su barrio de Cañada Juncosa cuentan con cuarenta y dos mulos y machos de labor, tres cerriles pollinos para la labor, cinco pollinos para el servicio de sus casas, ciento ochenta y siete, cerriles cuarenta y siete, vacas de labor cuarenta y ocho, añojos treinta, cerdos de cebo setenta y siete, yegua para el contrario una.

La economía ganadera es junto con la agricultura, el sector más importante en la economía tebereña en el siglo XVIII.

 La ganadería se desarrolla en las tierras que no se labran, llamadas dehesas donde se dan los pastos, como la dehesa de La Ensancha, que sirve para los ganados del Abasto y se cede al Abastecedor para el surtimiento de carnes, y la dehesa de Risca, donde crece mata parda, pinos, romeros, sabinas, enebros y tomillos, que se arrienda para pastos a la Comunidad

         La industria fue un sector poco desarrollado en Tébar a lo largo de los siglos, enfocado a mediados del siglo XVIII fundamentalmente al artesanado.

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