El siglo XVIII es el que más
información nos aporta sobre Tébar, debido al catastro del marqués de Ensenada.
En el se dice que el régimen
jurídico de la villa de Tébar es el de villa de Señorío y pertenece a la
Excelentísima Señora Marquesa de Villena, a la que se le pagan cada año cuatro
mil quinientos reales por las alcabalas. El otro impuesto que paga la villa es
el de las tercias Reales, que se comprenden en el Arcedianato de Alarcón de
donde van a la Contaduría general del Obispado de Cuenca.
En cuanto a los cargos jerárquicos
del ayuntamiento, se compone del alcalde ordinario por el estado noble, el
alcalde ordinario por el estado general, el regidor por el estado general, el
alguacil mayor, el procurador síndico general
y el escribano del ayuntamiento.
En relación con los censos impuestos
sobre propiedades de la villa, y que se impusieron para eximirse de la
Jurisdicción de Alarcón, están los siguientes: Cuarenta y cuatro mil reales de
principal y de réditos mil trescientos veinte sobre el horno, dehesa que llaman
Carrascal, casas de Ayuntamiento y
cárcel a favor del Marques de Villora, Don Antonio de Zúñiga. Y es con este
marqués y con otros miembros de su familia con el que la villa de Tébar está
muy hipotecada y con graves problemas para poder pagar los intereses que
generaba la deuda.
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Capilla de Nuestra Señora del Sagrario de la Catedral de Cuenca. |
Otro Censo es de Dos mil ducados de
principal y de réditos anuales seiscientos sesenta reales sobre la dehesa que
llaman de Risca a favor de la Capilla
de Nuestra Señora del Sagrario de la Catedral de Cuenca. Este censo es debido
al dinero que se comprometió a pagar la villa de Tébar al Señorío de Villena,
para poder independizarse de la villa de Alarcón en 1635. El dinero fue
prestado por la capilla del Sagrario de la Catedral de Cuenca, cuya edificación
terminó en 1649. Todavía, más de cien años después, la villa de Tébar no había
podido redimir ese censo.
Todo ello unido a los pagos a la
corona, hacían insostenible la precaria economía local, porque la mayor parte
de la riqueza que se producía iba destinada a pagar los censos e impuestos, y
para colmo parte de los propietarios no pagan al exentos
En dicho
censo también se dice que la villa tiene una población de trescientos y dos
vecinos con inclusión de viudas y pobres de solemnidad, y menores
contribuyentes, lo que equivale a 1208 habitantes. A ello hay que sumar el
barrio de Cañada Juncosa con veinticuatro vecinos, en los que se incluyen
también las viudas y menores contribuyentes, que equivale a 96 habitantes.
Sumando la población de Tébar y su barrio de Cañada Juncosa, nos hace un total
de trescientos veintiséis vecinos, que equivalen a 1.304 habitantes, que a
mediados del siglo XVIII es un número grande si lo comparamos con los pueblos
de su entorno.
El sector agrícola es junto con el
ganadero uno de los más desarrollados en las respuestas del catastro, algo
lógico si tenemos en cuenta que eran los sectores productivos más importantes
en Tébar en el siglo XVIII, tal como lo habían sido en los siglos anteriores y
lo continuaron siendo en los siguientes.
En la
agricultura, se distingue entre terreno de regadío y de secano. Aunque del
primero se dice que sólo hay en el término una huerta que se riega con una
noria, en la que se producen todos los años
hortalizas.
Las tierras de secano se labran y
algunas producen todos los años cebada para verde y otras trigo, cebada,
centeno, avena, que según sean de primera, segunda o tercera calidad, producen
con el descanso de un año intermedio, de tres o de siete años. También hay
tierras plantadas de olivas, viñas, membrillares y de azafrán.
En relación con la caballería, los
vecinos de Tébar y su barrio de Cañada Juncosa cuentan con cuarenta y dos mulos
y machos de labor, tres cerriles pollinos para la labor, cinco pollinos para el
servicio de sus casas, ciento ochenta y siete, cerriles cuarenta y siete, vacas
de labor cuarenta y ocho, añojos treinta, cerdos de cebo setenta y siete, yegua
para el contrario una.
La
economía ganadera es junto con la agricultura, el sector más importante en la
economía tebereña en el siglo XVIII.
La ganadería se desarrolla en las tierras que no se labran, llamadas dehesas donde se dan los
pastos, como la dehesa de La Ensancha,
que sirve para los ganados del Abasto y se cede al Abastecedor para el
surtimiento de carnes, y la dehesa de Risca,
donde crece mata parda, pinos, romeros, sabinas, enebros y tomillos, que se
arrienda para pastos a la Comunidad
La
industria fue un sector poco
desarrollado en Tébar a lo largo de los siglos, enfocado a mediados del siglo
XVIII fundamentalmente al artesanado.