Se encuentra situado al
final de la calle de San Francisco, a extramuros del pueblo, sobre una pequeña
elevación del terreno en una de las cumbres del cerro de los Villares (la
máxima cota de Tébar) en el comienzo
carretera que conduce a Atalaya del
Cañavate.
Este
muro de San Francisco es el único
testigo de lo que fue una pequeña ermita dedicada a San Francisco de Asís o
quizás a San Antonio de Lisboa (o de Padua como es más conocido). Su
construcción se cree que data del siglo XVI. Edificada sobre lo que pudo ser
una torre atalaya que controlaba el
paso por la zona de la laguna del Lavajo y desde cuya posición tenía un amplio
control sobre un vasto territorio llegando a verse los cerros de la zona de
Barchín del Hoyo y la zona de Campillo de Altobuey.
Aunque si bien no se sabe por que fue abandonada
en el primer tercio del siglo XX, hasta arruinarse y ser demolida años después
quedando como testigo el gran machón circular que hoy se conoce como el Muro de
San Francisco y del que todavía queda
en la parte superior, alguna piedra tallada de la cornisa moldurada en estilo
renacentista.
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